Gloria Fuertes fue una poeta (no le gustaba que la llamaran poetisa) española que ha marcado mi infancia.
Cuando era pequeña, tenía una colección enorme de libros de poesía de Gloria Fuertes, cada noche leía uno.
Para mi es una mujer fantástica y como escritora no tengo palabras. A día de hoy me siguen gustando sus obras, pero mi madre siempre me recuerda que cuando era pequeña me encantaba, por eso quiero destacar su gran “poder” para atraer a los niños con sus letras, desde mi experiencia personal.
Gloria nació en Lavapiés, un modesto barrio del Madrid antiguo. Su madre era costurera y sirvienta; su padre, bedel. Poco se sabe de su vida familiar, a lo que ha contribuido que la escritora siempre guardara celosamente su intimidad.
Asistió al Instituto de Educación Profesional de la Mujer, pero sus aficiones eran muy diferentes a las propias de las mujeres de su época. Su interés por las letras comenzó a la temprana edad de cinco años, cuando ya escribía y dibujaba sus propios cuentos. Empezó a escribir versos a los catorce años, a los quince los leía en Radio España de Madrid y a los diecisiete dio forma a su primer libro de poemas, Isla ignorada, que sería publicado en 1950. Se ha especulado sobre su homosexualidad, que aparecería sutilmente declarada en poemas como «Lo que me enerva», «Me siento abierta a todo», «A Jenny», etc.
Con su extenso currículum, consagrada como poetisa de los niños, fallece el 27 de noviembre de 1998, víctima de un cáncer de pulmón, en Madrid.
Más apreciada y estudiada en el extranjero que en España, la mayoría de los trabajos críticos sobre Gloria Fuertes proceden del hispanismo norteamericano (Debicki, Mandlove, Sherno, Persin, Capuccio, Browne…), y es escasa la crítica literaria española sobre esta poeta. Camilo José Cela reconoció en su día la injusticia cometida con Gloria Fuertes, a la que denominó «la angélica y alta voz poética a la que los hombres y las circunstancias putearon inmisericordemente».